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El cultivo es una labor necesaria para nuestro desarrollo humano, lo que demanda métodos de cuidado, y dedicación excepcionales por parte de los agricultores. Por ese motivo, es valioso identificar algunas recomendaciones que fomentan la fertilidad del campo.

Un suelo se cataloga como fértil cuando tiene los nutrientes necesarios para que las plantas se desarrollen bien. El suelo agrícola se compone de hasta un 35% de agua, 45% de minerales, 1 a 5% de materia orgánica (5% significa un suelo muy fértil) y el resto es aire.

Las lombrices son los principales organismos que influyen positivamente en su salud, pues se alimentan de plantas en descomposición y su movimiento en la tierra funciona de arado natural al abrir huecos por donde entra aire y agua. Según la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, los siguientes aspectos son determinantes para un suelo fértil:

  • Consistencia y profundidad, que permiten un buen desarrollo y fijación de las raíces.
  • Contar con los nutrientes que la vegetación necesita.
  • Ser capaz de absorber y retener el agua, conservándola para que las plantas la absorban.
  • Estar suficientemente aireado.
  • No contener sustancias tóxicas.

Argentina tiene una amplia diversidad de suelos, contando sobretodo con 8 de las 12 órdenes de suelos existentes (Entisoles, Inceptisoles, Molisoles, Alfisoles, Ultisoles, Espodosoles, Oxisoles, Aridisoles, Andisoles, Vertisoles, Histosoles y Gelisoles). 

Los Molisoles y los Aridisoles son dos de los mejores suelos agrícolas y cubren la mayor parte de Argentina. Aunque se cuente con buenos suelos, es necesario brindarles los mejores cuidados con el fin de mantenerlos sanos y productivos. El principio de estos tratamientos es reponer sus nutrientes y la materia orgánica que desaparecen debido a los cultivos y a la erosión. A continuación, listamos algunas recomendaciones para su conservación, sugeridas por la FAO:

  • Implementar la rotación de cultivos y los cultivos asociados.
  • Realizar un análisis de suelo para saber su composición físico-química.
  • Reducir el uso de maquinaria y sobrecarga animal para evitar la compactación del suelo.
  • Implementar el método de rotación de cultivos, combinando gramíneas con leguminosas.
  • Usar materia orgánica como abono para el suelo.
  • Sembrar cultivos y árboles perdurables, como por ejemplo: guayaba, borojó, banano, así como sembrar cercas vivas alrededor de las parcelas.
  • Practicar la labranza de conservación y la rotación de potreros.

El cuidado debe ser constante, ya que los suelos pueden perder su fertilidad, lo que significa un gran reto para los productores.

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